
Con el cuerpo caminando descalzo y de puntillas; con la mente despegada del asfalto. Salpica mis dientes y pisa mis músculos. Invierte el corazón y
déjame despacio, despistada lluvia de razón, sentido en el orgullo del olvido. No me importa, te dije, lo que cuenta ya contó y en mi recuerdo cohabita un despliegue de hormigas de res quebrajado recorrido. Y que pasa si cierro los ojos? Hoy me veo alejado, triste y contento. No puedo hacer que tu veas, duerme. Tu te tienes a ti en los dedos de la lluvia, en la hierba puedes verme solo. Si hubiera un momento, pararía el del abrazo, lentamente para siempre, sin respirar, con los ojos cerrados para hacer del tiempo eterno un sueño de una compartida única realidad. Una taza de café.
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