2.1.10

Dulce




No soy más de un parecer con mi sombra en los bolsillos, el sueño de un día de verano. El rasgar de una guitarra convence mis oidos. El rio del bien abre su llave, mientras, la noche marca mis pasos. No soy un niño y estoy perdido en algún lugar lejos de casa. Soy un monstuo que debora, gusano del pensamiento. Con el roto al salir descalzo me arrastro.

Ahora recuerdo que al bajar la noche tu estabas allí, con tu mirada perdida y tus ideas enterradas al silencio. Como un leve susurro se fueron levantando y mi corazón palpitaba sangre y escupía fuego. La arena dejaba de sonar y suave al viento te miraba, como se mira una despedida irremediable, como se dice un adios verdadero.

Como un gato negro, tuerto, enterrado al destino.

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