Siempre pensé que olvidarme del olvido era una tarea para más adelante. Ahora con tanto aliento de ceniza ya requemada, dibujo mi sombra, la del olvido. Dulce goma de borrar que a medio usar me remite al recuerdo de no tener que pasar por la aduana de lo vivido. Los bolsillos rotos de mis pantalones, los de siempre, los preferidos, los que moldeó el tiempo dándoles mi figura. Veo la tristeza, la soledad y el miedo, lo veo en tus ojos, veo el tiempo que fuiste y el poco espacio que dejas libre. Tu sonrisa a medio forzar, el abismo.
Ojalá pudiera ahogarte con el viento y beberme tu sangre salada.
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